Pasar de turista a migrante
¿En qué momento dejamos de sentirnos turistas en otro país para asumir que nos convertimos en migrantes?
(Vania Pigeonutt es una periodista y productora mexicana afincada en Berlín. Es un honor tenerla como colaboradora de SPOT).
BERLÍN, Alemania.- Hace tres años llegué a esta ciudad sin saber que caminar por ella sería un recorrido histórico constante. Al principio sentí que al venir aquí había comprado un boleto al pasado.
Las calles te llevan a edificios barrocos, antiguas mezquitas, memoriales del horror, murales realizados a la gloria del socialismo y espacios que son cicatrices abiertas de la guerra.
Pero poco a poco, mi identidad como alguien que está de paso se fue convirtiendo en otra, la de una migrante que vive ya en esta ciudad. Y con ello cambió mi manera de contemplarla.
Es verdad que sigo mirando con azoro, por mencionar un ejemplo, la construcción neorrománica del Káiser Wilhelm, mejor conocida como “la iglesia rota” o “derruida”.
Se trata de una impresionante postal urbana localizada en el lado oeste de la capital alemana que nos muestra la brutalidad de la guerra: tal iglesia evangélica fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y desde entonces permanece sin restaurar como un monumento conmemorativo de esa tragedia humana.
Centenas de edificios mudos que sin embargo tienen voz me siguen impactando. Pero sé que dejé de ser “turista”. Y lo dejé de ser porque también sufro las huelgas del transporte y las manifestaciones públicas de odio contra migrantes -como yo- y otras mal llamadas minorías; dejé de serlo porque enfrento aquí todos los días mis propios retos profesionales y burocráticos, así como los desafíos de vivir en una sociedad en la que las expresiones fascistas están a la luz de todos.
Alemania es visitada por 37 millones de turistas cada año.
De acuerdo con la página “Tu ventana a Alemania” -que cita un estudio publicado en 2017 por el Ministerio de Economía y la Asociación Federal del Sector Turístico Alemán (BTW)-, el turismo generaba entonces una facturación anual de nada menos que 290 mil millones de euros. Y las cifras hablan de más de 450 mil millones en 2023. Así de fuerte ha sido su crecimiento.
La identidad que construimos quienes habitamos esta ciudad va de la mano con la del turista que deja de serlo.
En palabras de Marco Appel, que edita SPOT desde Bruselas, “ese singular momento emocional en el que te das cuenta que México quedó de cierta forma atrás y debes comenzar a construir tu vida en un nuevo hogar del que desconoces todo… un volver a nacer”.
Desde ese sentimiento les escribo este boletín.
Los mexicanos somos nostálgicos. Por eso, quienes vivimos fuera del país siempre buscamos nuestra gente, comida, música, idioma.
Pero para entender las ciudades hay que vivir la vida cotidiana. Me refiero por ejemplo a las huelgas del transporte público de inicios de año o las obras públicas del gobierno de Berlín antes de verano, que es la época con la mayor derrama económica.
Vivir en Berlín, donde se “inmortaliza” la nostalgia, donde cada año se hacen a nivel local excursiones a los memoriales para entender lo que pasó en la Alemania nazi, donde vienen turistas a fotografiarse en la torre de televisión de la Alexanderplatz o a conocer los túneles por los que escapaba la gente del este al oeste en la época de las dos Alemanias, es todo un reto y una nueva experiencia cuando uno toma consciencia de que ya reside aquí.
Al escribir este texto recordé dos de las ciudades inventadas por el escritor italiano Italo Calvino en su libro Las ciudades invisibles (todas con nombres femeninos), en el que el autor describe y construye sus relatos imaginarios alrededor de elementos como la nostalgia, la memoria, la guerra.
Esas ciudades que quiero recordar son Zaira y Zemrude.
De la primera, Calvino escribió: “La ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las varas de las banderas, cada segmento marcado a su vez por raspaduras, muescas, incisiones, caídas”.
En su descripción de Zemrude, expresaba así los sentimientos de la ciudad: “Si quieres creer que Zemrude es triste, mira los rostros cuando salen por la mañana: arrugados por los malos sueños; o alegres, si pasaron una buena noche. ¿Qué clase de ciudad es Zemrude? ¿De las que dan forma al deseo, o de las que lo disuelven?”.
Pienso en Berlín ya como un lugar que, dependiendo de cada experiencia, se va construyendo como un relato personal. Pero no por ello deja de ser como cualquier otra ciudad para quienes la habitamos: tenemos que pagar impuestos, relacionarnos, tener amistades, lidiar con los vecinos o los compañeros de trabajo… no sólo ir de paseo o de excursión para aprender lecciones de historia.
De esa forma gestamos ese nuevo nacimiento individual, viviendo en una ciudad turística, nostálgica y memorial. Dejamos de ser observadores externos y nos transformamos como migrantes en parte de todo ello.
¡Nos leemos a la próxima!
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Antes de cerrar esta edición de SPOT queremos compartirte el siguiente video sobre la gira europea de Sonidera MX, una dj mexicana de Iztapalapa que trae todo el poder de la cumbia. Este y otros videos los puedes encontrar en la cuenta de Instagram y TikTok de Marco Appel.
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